Bienvenida al blog

Hola, os doy la bienvenida al blog. Mi nombre es Pablo y trabajo en la escuela de un circo como profesor de infantil y primaria. Estoy realizando varios viajes al mismo tiempo: pedagógico, geográfico, literario, artístico y, cómo no, al mundo del circo. Si deseas acompañarme, me darás una gran alegría. Te invito a pasar y a que dejes tus impresiones.



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jueves, 20 de mayo de 2010

Al día siguiente del viaje semanal...

El circo ofrece su espectáculo cada fin de semana en una población distinta. Habitualmente nos movemos por pueblos medianos que tienen una población de veinte a cincuenta mil habitantes. El martes suele ser el día de la semana en que nuestro pequeño poblado ambulante se traslada de ubicación. Ese día es el más duro de la semana. Hay que recogerlo todo: instalación de agua y luz y cada caravana ha de ser preparada para el viaje; todo bien guardado o atado. Si te dejas el armario de la cocina mal cerrado, te puedes encontrar a la llegada con que un paquete de azúcar ha salido volando para tomar tierra sobre los sillones del salón, que resultan hacer de cama por la noche. Parece una broma pesada, pero os aseguro que sé muy bien de lo que hablo.
Nos trasladamos entre pueblos que aproximadamente distan unos treinta kilómetros entre sí. Como no hay suficientes conductores de camión ni cabezas tractoras, el traslado se hace en tres viajes. Siempre acompaña a la ida una furgoneta en la que regresan los chóferes. El colegio y mi caravana se quedan para el tercer viaje, que se suele realizar cuando empieza a anochecer, a veces, más tarde. Así que me quedo toda la tarde en mi caravana, esperando a que me toque. Suelo aprovechar este momento para leer. Me compré un frontal halógeno a tal efecto.
Al llegar, hay que instalarse, volver a organizar tu caravana, mientras los empleados realizan la instalación de agua y luz. Hay pueblos que no disponemos de estos suministros hasta el día siguiente, de modo que hay que estar preparado y tener algo aprovisionado. En cuanto te sabes la mecánica, no hay problema.
Lo que ocurre es que el día de traslado normalmente te acabas acostando muy tarde, las dos de la mañana e incluso las cuatro. Y aunque se prepara todo para que los niños se duerman lo más pronto posible, su ritmo se ve también alterado. Al día siguiente estamos todos algo zombis. Los que más lo sufren son los pequeños, que no dan pie con bola en clase. ¿Qué hacer? Pues adaptarse a las circunstancias y no exigirles más de lo que pueden dar. Os pongo un video de muestra donde se aprecian perfectamente los esfuerzos de Cristian por permanecer despierto.

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