Bienvenida al blog

Hola, os doy la bienvenida al blog. Mi nombre es Pablo y trabajo en la escuela de un circo como profesor de infantil y primaria. Estoy realizando varios viajes al mismo tiempo: pedagógico, geográfico, literario, artístico y, cómo no, al mundo del circo. Si deseas acompañarme, me darás una gran alegría. Te invito a pasar y a que dejes tus impresiones.



Nota: comprende que el sitio está en contínua construcción, perdona si esto te ocasiona alguna molestia. Gracias.



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miércoles, 31 de marzo de 2010

El oráculo de nuestro colegio



El viaje a Ixtlán, Carlos Castaneda

Fragmento que recomiendo para todos aquellos que viajan.






¿Cuál fue el resultado final de aquella experiencia, don Genaro? -pregunté.
-¿Resultado final? -Digo, ¿cuándo y cómo llegó usted por fin a Ixtlán? Ambos echaron a reír al mismo tiempo. -Conque ese es para ti el resultado final -comento don Juan-. Digamos entonces que no hubo ningún resultado final en el viaje de Genaro. Nunca habrá ningún resultado final. ¡Genaro va todavía camino a Ixtlán! Don Genaro me miró con ojos penetrantes y luego volvió la cabeza para observar la distancia, hacia el sur. -Nunca Ilegaré a Ixtlán -dijo. Su voz era firme pero suave, casi un murmullo. -Pero en mis sentimientos . . . en mis sentimientos pienso a veces que estoy a un solo paso de Ilegar. Pero nunca llegaré. En mi viaje, ni siquiera encuentro los sitios que conocía. Nada es ya lo mismo. Don Juan y don Genaro se miraron. Había algo muy triste en sus ojos. -En mi viaje a Ixtlán sólo encuentro viajeros fantasmas -dijo suavemente don Genaro. No entendí a que se refería. Miré a don Juan. -Todos aquellos con los que Genaro se encuentra en su camino a Ixtlán son nada más seres efímeros -explicó don Juan-. Tu, por ejemplo. Eres un fantasma. Tus sentimientos y tu ansiedad son los de la gente. Por eso dice que solo se encuentra viajeros fantasmas en su viaje a Ixtlán. De pronto me di cuenta de que el viaje de don Genaro era una metáfora. -Entonces, su viaje a Ixtlán no es real -dije. - jEs real! -repuso don Genaro-. Los viajeros no son reales. Señaló a don Juan con un movimiento de cabeza y dijo enfáticamente:

-Este es el único que es real. El mundo es real solo cuando estoy con este.

Don Juan sonrió.

-Genaro te contaba su historia -dijo- porque ayer paraste el mundo, y él piensa que también viste, pero eres tan tonto que tú mismo no lo sabes. Yo le digo que eres un ser muy raro, y que tarde o temprano verás. De cualquier modo, en tu próximo encuentro con el aliado, si acaso llega, tendrás que luchar con él y domarlo. Si sobrevives al choque, de lo cual estoy seguro, pues eres fuerte y has estado viviendo como guerrero, te encontrarás vivo en una tierra desconocida. Entonces, como es natural para todos nosotros, lo primero que querrás hacer es volver a Los Ángeles. Pero no hay modo de volver a Los Ángeles. Lo que dejaste allí está perdido para siempre. Para entonces, claro, serás brujo, pero eso no ayuda; en un momento así, lo importante para todos nosotros es el hecho de que todo cuanto amamos, odiamos, o deseamos ha quedado atrás. Pero los sentimientos del hombre no mueren ni cambian, y el brujo inicia su camino a casa sabiendo que nunca llegará, sabiendo que, ningún poder sobre la tierra, así sea su misma muerte, lo conducirá al sitio, las cosas, la gente que amaba. Eso es lo que Genaro te dijo.

La explicación de don Juan fue como un catalizador; el pleno impacto de la historia de don Genaro me golpeó súbitamente cuando empecé a relacionar el relato con ml propia vida.

-¿Y las personas que yo quiero? -pregunté a don Juan-. ¿Qué les va a pasar?

-Todas se quedaran atrás -dijo.

-¿Pero no hay manera de recuperarlas? ¿Podría yo rescatarlas y llevarlas conmigo?

-No. Tu aliado te llevara, a ti solo, a mundos desconocidos.

-Pero yo podré volver a Los Ángeles, ¿no? Podría tomar el autobús o un avión e ir allí. Los Ángeles seguirá allí, ¿no?

-Seguro -dijo don Juan, riendo-. Y también Manteca y Temecula y Tucson.

-Y Tecate -añadió don Genaro con gran seriedad.

-Y Piedras Negras y Tranquitas -dijo don Juan, sonriendo.

Don Genaro agregó mas nombres y lo mismo hizo don Juan; ambos se dedicaron a enumerar una serie de hilarantes e increíbles nombres de ciudades y pueblos.

-Dar vueltas con tu aliado cambiará tu idea del mundo -dijo don Juan-. Esa idea es todo, y cuando cambia, el mundo mismo cambia.

Me recordó que una vez le había leído un poema y quiso que se lo recitara. Cito unas cuantas palabras y me acordé de haberle leído unos poemas de Juan Ramón Jiménez. El que tenía en mente se titulaba "El viaje definitivo". Lo recite:

. . . Y yo me Iré. Y se quedarán los pájaros cantando; y se quedará mi huerto, con su verde árbol,

y con su pozo blanco.

Todas las fardes, el cielo será azul y plácido; y tocarán, como esta tarde están tocando,

las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;

y el pueblo se hará nuevo cada año; y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, mi espíritu errara, nostálgico...


Carlos Castaneda El viaje a Ixtlán

El politburó de Alcalá la Real - Pieza de vídeo








martes, 30 de marzo de 2010

Alfarería Balboa - Guadix



Paseando por el barrio de cuevas de Guadix me topo con esta alfarería cueva. José, el amable alfarero, nos muestra cómo realiza su trabajo: Unos pitos y unas embocaduras de botijos.


Presentación

Presentación

Los oráculos: viajando por dentro y por fuera.

Los oráculos: viajando por dentro y por fuera.

Viaje artístico: Pequeña sala de exposiciones.

Viaje artístico: Pequeña sala de exposiciones.

Circundando una arruga del planeta

Circundando una arruga del planeta:


Ver Nuestra ruta en un mapa más grande

Viaje literario: los libros que me hacen compañía.

Viaje literario: los libros que me hacen compañía.

Viaje pedagógico: diario de un maestro

Viaje pedagógico: diario de un maestro

Viaje al mundo del circo

Viaje al mundo del circo

El principito

domingo, 28 de marzo de 2010

El circo y el círculo


"El Gran Espíritu hizo que todo fuera circular, excepto las piedras. Por eso las piedras destruyen. El Sol y el cielo, la Luna y la Tierra son redondos como escudo, el cielo además es hondo como un cuenco. Cuanto respira es redondo, como el cuerpo de los hombres. Cuanto crece de la tierra es redondo como los tallos. Si así lo hizo el Gran Espíritu, los hombres deben considerar al círculo sagrado, pues es el signo de la naturaleza. Es el signo de los cuatro confines d el mundo y los vientos que entre ellos vuelan. También es el signo del año. El día y la noche, la Luna, dan vueltas en el cielo. El círculo es el signo de los tiempos."

Por eso los oglala y los demás hacen redondos sus tipis. También sus campamentos son circulares y se sientan en ruedas durante las ceremonias.

El círculo es el refugio y la casa. Los adornos en forma de círculo representan el mundo y el tiempo.

Cuando los hombres se sientan en un círculo alrededor de una fogata para fumar la pipa sagrada, la pasan de uno a otro y dicen:

"En círculo te paso esta pipa, a ti que con el Padre vives; en círculo hacia el día que comienza; en círculo hacia el hermoso; en círculo completo por los cuatro lugares del tiempo. Paso la pipa al padre, con el cielo. Fumo el Gran Espíritu. Séanos dado tener un día azul."





Rituales y supersticiones en el circo

La sal
echar un escarabajo encima de la carpa
hacer una pelotita con el papel de aluminio
marcar el circo: oglalá

Glosario de jerga circense

chapito
replis
mandra
circo

Si tuviese que hacer una película sobre mi escuela...

...estos son algunos de los referentes cinemátográficos de los que me serviría





viernes, 26 de marzo de 2010

El Oráculo del colegio


Idioma y ciudadanía




Bien hablar y bien escribir (no se me oculta lo relativo del adverbio: no aludo a oradores fluidos ni a escritores, sino a quienes se expresan ejercitando algún control sobre su habla y su escritura) tiende a verse en nuestros días como atributo de clase social. En realidad así es, y así ha parecido siempre, pero con una diferencia importante: la clase que así se expresaba, se reconocía como “superior”; impresionaba e infundía respeto desde que empezaba a hablar, y escandalizaba si no lo hacía de aquel modo. Quienes procedíamos de estratos sociales humildísimos, no cuestionábamos aquel lenguaje: tratábamos de apropiárnoslo. Hoy, no; las clases víctimas de la secular injusticia de la incultura, tienden a convertir ésta en forma de cultura, y a proponerla como instrumento contra la otra, la denominada burguesa.
Fernando Lázaro Carreter El dardo en la palabra




Este es uno de los carteles que presiden nuestra aula.

Lengua y conciencia de clase

Saray abre un diccionario por primera vez en su vida.



[…]De ese modo, el idioma que oyen en las aulas y que quiere imbuírseles en ellas puede resultarles raro o ininteligible y desdeñable. He aquí el primer problema grave con que puede enfrentarse el profesor en muchos centros (y en muchas regiones; pero tampoco me ocuparé ahora de tal cuestión); la indiferencia e incluso hostilidad de los estudiantes ante una lengua más refinada, copiosa y flexible. La tentación, quién sabe si propiciada por rusonianos pedagogos- consistirá, tal vez, en abandonar y resignarse: convertir la clase en trámite de convicción. O, por el contrario, hacer frente a aquel desinterés enrigideciendo la exigencia: peligroso e injusto modo de reaccionar, que inhabilitaría para la acción necesaria.
La situación de perplejidad estuvo viva en la sociedad y en la pedagogía soviéticas durante años. Y, si no estoy equivocado, acabaron con ella los artículos que publicó Stalin en Pravda en 1950. Su esfuerzo se concentró en demostrar que la lengua no es una superestructura crecida a la economía y dependiente de ella. No debe confundirse, aseguraba el líder soviético, la lengua con la cultura: ésta puede ser burguesa o socialista, mientras que la lengua, como medio de comunicación entre los hombres, es común a todo el pueblo. Y escribía, dogmáticamente, pero con evidente razón: “Esos camaradas [quienes pensaban lo contrario] se equivocan gravemente al afirmar que la existencia de dos culturas diferentes conduce a la formación de dos lenguas diferentes y a la negación de la necesidad de una lengua única”.
La lengua debe ser considerada y tratada como instrumento. La comunicación no es su único objetivo, sino también la creación del pensamiento. Son los objetos comunicables los que Importan no los signos: pero sucede que, sin signos, no hay objetos comunicables. Y que, por tanto, la potencialidad del pensamiento es función de la riqueza y complejidad que posea el sistema sígnico, el idioma con que se piensa. Nada más absurdo que valorar la pobreza de tal sistema como atributo de clase, como arrogante emblema de un estado social, de un modo peculiar de cultura.
Un movimiento socializador, que tienda a una participación colectiva en los bienes no puede empezar desando un empobrecimiento de éstos ni de sus medios de producción. Y ocurre que, dicho en toscos términos materiales, el idioma es un medio básico de producción
(cosa que ya afirmó N.J. Marr).
Fernando Lázaro Carreter El dardo en la palabra

Una Medalla para Cristian

Cristian, antes de salir al recreo, recoge su caligrafía, la guarda en su carpeta y prepara su mesa con los materiales para practicar sumas, ¡Sin que nadie se lo pida!





Aqui podéis asistir en diferido a la ceremonia de condecoración




Aquí podéis ver lo contento que está mientras se aplica a sus sumas.

Adquiriendo conocimientos a partir de su entorno cognitivo

¿Es a esto a lo que se refiere la LOE?


Leyenda: Play= Play Station, Mando= Mando de la Wii, Juego= videojuego.

Carl Gustav Jung, la teoría de la sincronicidad y el I Ching


Algunas noches estudio el I Ching en mi celda caravana...




No conozco el idioma chino ni he estado nunca en China. Puedo asegurar al lector que no es en modo alguno fácil hallar la correcta vía de acceso a este monumento del pensamiento chino, que se aparta de manera tan completa de nuestros modos de pensar. A fin de entender que significa semejante libro es imperioso dejar de lado ciertos prejuicios de la mente occidental. Es un hecho curioso que un pueblo tan bien dotado e inteligente como el chino no haya desarrollado nunca lo que nosotros llamamos ciencia. Pero sucede que nuestra ciencia se basa sobre el principio de causalidad, y se considera que la causalidad es una verdad axiomática. No obstante, se está produciendo un gran cambio en nuestro punto de vista. Lo que no consiguió la Crítica de la razón pura de Kant lo está logrando la física moderna. Los axiomas de la causalidad se están conmoviendo hasta sus cimientos: sabemos ahora que lo que llamamos leyes naturales son verdades meramente estadísticas que deben por lo tanto, necesariamente, dejar margen a las excepciones. Todavía no hemos tomado lo bastante en cuenta el hecho de que necesitamos del laboratorio, con sus incisivas restricciones, a fin de demostrar la invariable validez de las leyes naturales. Si dejamos las cosas a merced de la naturaleza, vemos un cuadro muy diferente: cada proceso se ve interferido en forma parcial o total por el azar, hasta el punto que, en circunstancias naturales, una secuencia de hechos que se ajuste de manera absoluta a leyes específicas constituye casi una excepción.

La mente china, tal como yo la veo obrar en el Yi Ching, parece preocuparse exclusivamente por el aspecto casual de los acontecimientos. Lo que nosotros llamamos coincidencia parece constituir el interés principal de esta mente peculiar, y aquello que reverenciamos como causalidad casi no se toma en cuenta. Hemos de admitir que hay bastante que decir sobre la inmensa importancia del azar. Un incalculable caudal de esfuerzos humanos está orientado a combatir y restringir los perjuicios o peligros que entraña el azar. Las consideraciones teóricas sobre causa y efecto a menudo resultan desviadas e imprecisas en comparación con los resultados prácticos del azar. Está muy bien decir que el cristal de cuarzo es un prisma hexagonal. La afirmación es correcta en la medida en que se tenga en cuenta un cristal ideal. Sin embargo, en la naturaleza no se encuentran dos cristales exactamente iguales, pese a que todos son inequívocamente hexagonales. La forma real, empero, parece interesar mas al sabio chino que la forma ideal. La abigarrada trama de leyes naturales que constituyen la realidad empírica posee para él mayor significación que una explicación causal de los hechos, los que por otra parte deben usualmente ser separados unos de otros a fin de tratarlos en forma adecuada.

La manera en que el Yi Ching tiende a contemplar la realidad parece desaprobar nuestros procedimientos causalistas. El momento concretamente observado se presenta a la antigua visión china más bien como un acaecimiento fortuito que
como el resultado claramente definido de procesos en concurrentes y causales. La cuestión que interesa parece la configuración formada por los hechos casuales en el momento de la observación, y de ningún modo las razones hipotéticas que aparentemente justifican la coincidencia. En lo que, cuidadosamente, la mente occidental tamiza, pesa, secciona, clasifica, separa, la representación china del momento lo abarca todo, hasta el más minúsculo y absurdo detalle, porque todos los ingredientes componen el momento observado.

Ocurre así que cuando se arrojan las tres monedas o se cuentan los cuarenta y nueve tallos, estos pormenores casuales entran en la representación del momento de la observación y constituyen una parte de él, una parte que, aunque sea insignificante para nosotros, es sumamente significativa para la mentalidad china. Para nosotros sería un aserto banal y casi exento de sentido (por lo menos a primera vista) decir que todo lo que ocurre en un momento dado posee inevitablemente la calidad peculiar de ese momento. Esto no constituye un argumento abstracto, sino un argumento realmente práctico. Existen conocedores capaces de determinar solo por el aspecto, el gusto y el comportamiento de un vino, el año de su origen y la ubicación del viñedo. Existen anticuarios capaces de indicar con exactitud casi pasmosa la fecha, el lugar de origen y el creador de un objeto de arte o de un mueble, sólo con mirarlo. Y hasta existen astrólogos que pueden decirnos, sin ningún conocimiento previo de nuestro natalicio, cual era la posición del sol y de la luna y que signo del zodiaco ascendía sobre el horizonte en el momento de nuestro nacimiento. Frente a tales hechos es preciso admitir que los momentos pueden dejar huellas perdurables.

En otras palabras, quienquiera haya inventado el Yi Ching, estaba convencido de que el hexagrama obtenido en un momento determinado coincidía con éste en su índole cualitativa no menos que en la temporal. Para él, el hexagrama era el exponente del momento en que se lo extraía mas aun de lo que podrían serlo las horas señaladas por el reloj o las divisiones del calendario— por cuanto se entendía que el hexagrama era un indicador de la situación esencial que prevalecía en el momento en que se originaba.

Este supuesto implica cierto curioso principio al que he denominado sincronicidad, un concepto que configura un punto de vista diametralmente opuesto al de causalidad. Dado que esta última es una verdad meramente estadística y no absoluta, constituye una suerte de hipótesis de trabajo acerca de la forma en que los hechos se desarrollan uno a partir de otro, en tanto que la sincronicidad considera que la coincidencia de los hechos en el espacio y en el tiempo significa algo más que un mero azar, vale decir, una peculiar interdependencia de hechos objetivos, tanto entre si, como entre ellos y los estados subjetivos (psíquicos) del observador o los observadores.

La antigua mentalidad china contempla el cosmos de un modo comparable al del físico moderno, quien no puede negar que su modelo del mundo es una estructura decididamente psicofísica. El hecho microfísico incluye al observador exactamente como la realidad subyacente del Yi Ching comprende las condiciones subjetivas, es decir psíquicas, de la totalidad de la situación del momento. Exactamente como la causalidad describe la secuencia de los hechos, para la mentalidad china la sincronicidad trata de la coincidencia de los hechos. El punto de vista causal nos relata una dramática historia sobre la manera en que D llego a la existencia: se origino en C, que existía antes que D, y C a su vez tuvo un padre, B. etc. Por su parte, el punto de vista sincronístico trata de producir una representación igualmente -significativa de la coincidencia. ¿Cómo es que A', B', C', D', etc., aparecen todos en el mismo momento y en el mismo lugar? Ello ocurre antes que nada porque los hechos físicos A' y B' son de la misma índole que los hechos psíquicos C' y D', y además porque todos son exponentes de una única e idéntica situación momentánea. Se da por supuesto que la situación constituye una figura legible o comprensible.

Ahora bien, los sesenta y cuatro hexagramas del Yi Ching son el instrumento mediante el cual puede determinarse el significado de sesenta y cuatro situaciones diferentes, y por otra parte típicas. Estas interpretaciones equivalen a explicaciones causales. La conexión causal es estadísticamente necesaria y puede por lo tanto ser sometida al experimento. Como las situaciones son únicas y no pueden repetirse, parece imposible experimentar con la sincronicidad en condiciones corrientes. En el Yi Ching, el único criterio de validez de la sincronidad es la opinión del observador según la cual el texto del hexagrama equivale a una versión fiel de su estado psíquico. Se supone que la caída de las monedas o el resultado de la división del manojo de tallos de milenrama es lo que necesariamente debe ser en una "situación" dada, puesto que cualquier cosa que ocurra en ese momento pertenece a este como parte indispensable del cuadro. Si se arroja al suelo un puñado de fósforos, ellos forman la figura prototípica característica de ese momento. Pero una verdad tan obvia como esta solo revela su carácter significativo si es posible leer la figura prototípica y verificar su interpretación, en parte mediante el conocimiento que el observador tiene de la situación subjetiva y objetiva, y en parte a través del carácter de los hechos ulteriores. Obviamente este no es un procedimiento capaz de hallar eco en una mente crítica, habituada a la verificación experimental de los hechos o a la evidencia fáctica. Pero para alguien que se complace en contemplar el mundo desde el ángulo en que lo veía la antigua China, el Yi Ching puede ofrecer cierto atractivo.

Por supuesto, la argumentación que acabo de exponer jamás hallo cabida en una mente china. Por el contrario, conforme a la antigua tradición, se trata de "agentes espirituales" que actuando de un modo misterioso hacen que los tallos de milenrama den una respuesta significativa. Estas potencias constituyen, por así decirlo, él alma viviente del libro. Éste es, así, una suerte de ente animado, y en consecuencia la tradición llega a afirmar sin más que uno puede hacerle preguntas al Yi Ching y aguardar respuestas inteligentes.

Carl Gustav Jung, Prólogo al I Ching

Si te ha interesado esta entrada:
Para ver: ¿Y tú qué sabes? (What the bleep do we know!? William Arntz.EE.UU. 2004

La soledad del profesor


Me he traído algunos libros para ir leyendo. Son los únicos que hay en todo el circo. Casi todos los que tengo pendientes de Krishnamurti he decidido lerlos así, de un tirón, nada de novelas, de momento. He optado sin miramientos por la vía dura anarco esotérica en lo que a lecturas se refiere. Ya llevo leídos un par desde que estoy en el circo: Libertad total y La libertad interior. Actualmente estoy con El arte de vivir que versa sobre cómo entiende K. la educación. Me viene como anillo al dedo. Yo me atengo a la LOE. Estaba esta mañana leyendo este fragmento antes de comenzar las clases. El libro se queda encima de la mesa.








Los padres deben comprender la clase de educación que la escuela se propone impartir. Por lo general, se satisfacen con ver que sus hijos se preparan para obtener algún título que les asegure buenos medios de vida. Muy pocos se interesan en algo más que esto. Desde luego, desean ver a sus hijos felices, pero mas allá de este vago anhelo, muy pocos; piensan en el desarrollo total de los niños. Como casi todos los padres ansían, por encima de cualquier otra cosa, que sus hijos tengan una carrera de éxito, los fuerzan con amenazas o les intimidan afectuosamente para que adquieran conocimientos, y así es como el libro se vuelve tan importante; esto va acompañado por el mero cultivo de la memoria, por la mera repetición, sin que tras ello exista la calidad de un verdadero pensar.
Tal vez, la mayor dificultad que debe afrontar el educador es la indiferencia de los padres a una educación más amplia y profunda. La mayor parte de ellos se interesa solamente en el cultivo de algún conocimiento superficial que asegure a sus hijos posiciones respetables en una sociedad corrupta. Así que el educador no sólo ha de educar a los niños del modo correcto, sino también ha de ver que los padres no deshagan lo que de bueno pueda haberse hecho en la escuela. En realidad, la escuela y el hogar deben ser centros mancomunados de educación correcta; de ninguna manera han de oponerse entre sí, con los padres deseando una cosa y el educador haciendo algo por completo diferente. Es muy importante que los padres sean plenamente informados de lo que el educador está haciendo y se interesen vitalmente en el desarrollo total de sus hijos. Es tanto responsabilidad de los padres ver que esta clase de educación sea llevada a la práctica, como de los maestros, cuya carga ya es suficientemente pesada. Un desarrollo total del niño sólo puede producirse cuando existe la correcta relación entre el maestro, el estudiante y los padres. Como el educador no puede ceder a las fantasías pasajeras o las obstinadas exigencias de los padres, es necesario que estos comprendan al educador y cooperen con él, sin generar conflicto y confusión en sus hijos.


Idaira (4 años recién cumplidos) se acerca al libro, se queda mirando la cubierta y me pregunta señalando la foto del autor ¿Este roba?. Me costó comprender de dónde salía esta prgunta, me di cuenta por la tarde. Mirad la foto de la cubierta. El hombre no es caucasiano, para Idaira se trata de un moro. ¿Cómo se puede colaborar educativamente con unos padres que inculcan unos “valores” así?. Realmente estoy solo ante el peligro… Pero, en fin, lo voy intentando. Cada vez me siento más solidarizado con la comunidad educativa. Krishnamurti habla del binomio educador Escuela-familia. Hoy en día, 30 años después hay que hablar del trinomio escuela – familia – televisión.


lunes, 22 de marzo de 2010

Profesor retrata a alumna



Aprendiendo ingles

Presentando a mis alumnos

El astro rey y el rey del pop.


Es curioso como espontáneamente, al mirar a las estrellas, los humanos nos planteamos preguntas trascendentales. Explicando en conocimiento del medio hemos visto el sistema solar y me ametrallan a preguntas sobre el sol al ver una foto del libro. Les explico que el sol es la fuente de energía del planeta, la gasolina de la vida, que todo lo que se mueve en la tierra es por la energía del sol. Que el día que se acabe el sol desaparecerá la vida sobre la tierra. Me preguntan que si el sol cuando muera ira al cielo. Igual que su perro Negrito y que Michael Jackson.
Por ahí sí que no paso. Sé que la vida del “rey del pop” ha sido un infierno, pero creo que eso no basta para ir al cielo. Eso en el caso de que el cielo y el infierno existan claro. No me atrevo a decirles eso, pues como estoy contratado privadamente no disfruto mucho de libertad de cátedra y sé positivamente que mis niños cuentan todo, absolutamente todo, lo que yo digo en casa. Esto viene bien para educar colateralmente a los padres, pero he de andarme con ojo si no quiero verme en un aprieto, especialmente si tratamos cuestiones religiosas o trascendentales. Evito abordar esta clase de temas y huyo de ellos como de la peste, a pesar de ser los personalmente más me interesan en la actualidad. Hasta ahora, la única información sobre las convicciones religiosas de la familia que me ha llegado es que en casa tienen –textualmente- “una foto de Dios” y su madre les pone flores y enciende velas.
Procuro soslayar la religión como digo, pero lo de un Michael Jackson cuasicanonizado, santo súbito como aquél otro, sin ni siquiera atravesar el largo y costosísimo periodo de postulación es demasiado para mí.
Así que les tanteo un poco: les pregunto ¿va al cielo todo el mundo? Me contestan que algunas personas no. Yo les digo que entonces dudo mucho que Michael haya subido al cielo…Tendríais que ver qué cara se les pone (lástima que no estaba grabando). Les digo que a mi parecer, nadie que sea enterrado con un guante de brillantes puede ser admitido en el cielo, mientras haya niños muriéndose de hambre en este mundo.
Es más difícil que un rico entre en el cielo que un camello pase por el ojo de una aguja, Evangelio. Eso lo pensé, pero prefiero no hablarles del evangelio ni de la así llamada Palabra de Jesús

Foto libro conocimiento del medio.

Cristian se escribe con Cé de caligrafía

Cristian está relizando unos progresos notables

Así repasaba Cristian hace mes y medio (si tenía inspiración)


Así es como respasa ahora




Hoy hemos estrenado percheros para que cada uno pueda colgar su abrigo. Les ha hecho mucha ilusión y pronto se han lanzado a asignárselos y personalizárselos. En un principio se los iba a rotular yo, pero, afortunadamente me he dado cuenta de que eso hubiese sido una intromisión por mi parte y que el simple hecho de rotularse un perchero a ellos les hace sentir más partícipes de la escuela. Mi gran sorpresa ha sido cuando le ha tocado el turno a Cristian para rotular el perchero. En la foto se puede admirar la letra cé a mano alzada que ha hecho. En algo más de un mes ha realizado unos avances en su control grafomotor impresionantes. Nótese que la ha hecho a mano alzada, subido sobre una silla, sin puntos que repasar, líneas ni modelo que copiar. Debo reconocer que esta pequeñez de letra ha supuesto una gran satisfacción para mí y para él también, porque todos le hemos felicitado.


Simetría y blasfemia


Últimamente he descuidado mi forma física. Me he propuesto dar largos paseos tonificantes. Lo cierto es que me canso excesivamente pronto para lo que yo he estado acostumbrado a caminar. Espero recuperar la forma en poco tiempo. Me estoy aficionando a entrar en las iglesias para tomarme un respiro. Son sitios ideales para sentarse un rato y descansar. Se puede meditar un rato siempre y cuando haya poca gente y ésta se halle concentrada en sus ruegos y súplicas. Nunca se me ocurriría entrar en iglesia alguna para pedir algo que no fuese comida al cura.
Me siento a unas diez filas del atar mayor. Empiezan a llegar un puñado de abuelitas en discontínuo goteo. Hay un hombre algo maduro y obeso sentado dos bancos delante de mí. Tiene a su lado unos Evangelios. Desentona con el resto de las parroquianas, todas mujeres de avanzada edad. Pero el que más desentona soy yo, por la edad, no por el recogimiento. Las abuelitas me miran de vez en cuando con cierto aire complaciente. Parezco ser el garante de la continuidad de la Santa Madre Iglesia. La verdad es que las altas jerarquías deben estar preocupadas: ¿quién irá a las novenas dentro de diez años cuando estas amables señoras pequeñitas todas ellas y que huelen a Eau de Rochas hayan dejado este mundo?
Respiro profundamente y observo el altar Mayor


Obsérvese la simetría: obsesiva, enfermiza. Sólo rota por el atril a la derecha y el crucifijo a la izquierda. Todos los demás elementos no centrales están repetidos y simétricamente dispuestos. Componiendo imágenes se recurre a la simetría para crear desconcierto, pues se establece una pugna al jerarquizar los focos de atención –p.ej muchas de las puestas en escena de Hichtcock-. Llanamente, se puede decir que en el lenguaje cinematográfico, cuando nos encontramos con una puesta en escena simétrica, el director nos está diciendo: “Atención, aquí hay un mal rollo” Un buen ejemplo con bastantes analogías a lo que estoy viendo lo podemos encontrar en la escena final de 2001 una odisea espacial. Con el suelo de damero incluido.

Ante todo, aquí sentado, lo que yo percibo es dualismo: separación entre creador y creación, pensador y pensamiento, significado y significante; rindiendo culto a éste último por encima del significado. Hay también un lujo obsceno, tanto como el monto de un contrato de un futbolista. Este decorado no moviliza mi psique en absoluto, al menos no en el sentido que buscaban los financiadores de esta obra. Esta puesta en escena construye una descripción cosmogónica de significantes que refieren a otros significantes y se aleja progresivamente más y más del significado. Un ejemplo más de la máxima de Marshall MacLughan “El medio es el mensaje” y de aquí a los Esenios hay años luz. Y no dejo d de fascinarme preguntándome cómo se puede tener fe en una cosa tan monstruosa como la que estoy contemplando. ¿Cómo son esas mentes? ¿Cómo es posible que su espíritu se alivie ante semejante contemplación?. Y lo cierto es que yo me estoy aliviando al contemplarla, pero por motivos muy distintos. Mi alivio es de la misma naturaleza del que se da cuenta que se ha librado de un pesado trilero, carterista o vendedor de crecepelos.


El hombre maduro y algo obeso sentado delante de mí se levanta, se acerca al altar y enciende unos cirios con un encendedor de esos largos, especiales para calentadores de agua. Resulta ser el oficiante. Se dirige a la sacristía y al poco rato sale con su casulla morada –estamos en cuaresma-. Va a comenzar la misa.
Pero a la función no me quedo. Me levanto sigilosamente y me dirijo a la salida. El rechinar del caucho de mis nuevas botas Chirucas en el damero de mármol delatan mi irreverencia ante la reducida audiencia. En mi cogote creo notar la mirada de cuatro abuelitas por lo menos. Mientras abandono el templo el oficiante comienza su representación : “En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo”…Se cierra el portón y no oigo ya más. Ya estoy en la plaza. Llueve. Aspiro una gran bocanada de aire fresco. La agencia de noticas coránicas IRNA, también comienza sus noticiarios con una frase tal que : “En el nombre de Alá, estas son las noticias” y me acuerdo del San Mateo de Caravaggio, en el que se puede ver a una ángel dictándole al evangelista las sagradas escrituras. Tal vez deberíamos exigir una entidad de certificación para los que se autodenominan voceros de Dios. ¿Pero quién certificaría a los certificadores…? Y llego a la conclusión de que la blasfemia es el negocio más lucrativo de la historia. Echo de nuevo a andar por la plaza de la Virgen, dejando atrás el templo de San Diego y enfilo por la calle de la Gloria.
Mañana empieza la primavera en Guadix, cuyo significado etimológico en árabe es: El río de la vida.

El San Marcos de Caravaggio



La secuencia final de 2001, una odisea espacial

Krishnamurti y El violinista sobre el tejado

Krishnamurti y El violinista sobre el tejado
Cuando estamos atemorizados nos aferramos no sólo a las cosas externas sino también a las internas, tales como la tradición. Para la mayoría de las personas de edad avanzada y para las que en lo interno son insuficientes y vacías, la tradición importa muchísimo. ¿han notado esto entre sus amigos padres y maestros? ¿Lo han notado en sí mismos? En el momento en que hay temor, temor interno, tratan de ocultarlo bajo la respetabilidad, siguiendo una tradición, y así pierden la iniciativa. A causa de que les falta iniciativa y solo siguen a otros, la tradición se vuelve muy importante, la tradición de lo que dice la gente, la tradición de lo que ha sido transmitido desde el pasado, la tradición que carece de vitalidad, del sabor de la vida, porque es una mera repetición sin significado alguno.
Cuando uno tiene miedo, hay siempre una tendencia a imitar. ¿Han notado esto? Las personas que tienen miedo imitan a otras; se aferran a la tradición, a sus padres, a sus esposas o maridos, a sus hermanos. Y la imitación destruye la iniciativa. ¿Saben?, cuando dibujan o pintan un árbol, no imitan un árbol, no lo copian exactamente como es, lo cual sería una mera fotografía. A fin de tener la libertad necesaria para pintar un árbol o una flor o una puesta de sol, tienen que sentir lo que estas cosas les comunican, el significado, el sentido que tienen. Esto es muy importante: que traten de comunicar el significado de lo que ven y no que meramente lo copien, porque de ese modo están abiertos al proceso creativo. Y para esto tiene que haber una mente que sea libre, que no esté cargada con la imitación, con la tradición. ¡Miren nada más que sus propias vidas y las vidas de quienes los rodean, vean lo tradicionales, lo imitativas que son!
Krishnamurti, El arte de vivir.

Pedagogía revolucionaria

El caso es el siguiente:
Tenemos la norma de tirar los papeles de los bocadillos a la papelera y no al suelo. Es nuestro pequeño acto revolucionario dentro de la comunidad circense, puesto que en todo el circo mis alumnos si están dentro del horario escolar y yo somos las únicas personas que no tiramos la basura al suelo: papeles, latas y demás . Según me cuentan, esto ya lo hacían en la anterior escuela. Está visto que ante un cambio de condiciones, los hábitos adquiridos los pierden o los olvidan; pues bien, conseguí que volviesen a adquirir ese hábito, hasta que un día cambiaron las condiciones. Ese día no había bocadillos como almuerzo para el recreo sino unos pastelitos industriales envasados en papel celofán. Me gusta mucho observar a mis alumnos pues se aprende de ellos. En esa ocasión me preguntaba cómo iban a reaccionar ante la norma y las nuevas condiciones que se presentaban ese día, así que previendo lo que iba a ocurrir, no les dije nada y seguí atentamente la situación. Como rápidamente pronostiqué, nadie cumplió ese día y todos los envoltorios de los pastelitos acabaron por el suelo delante de la caravana escuela. Salí y les dije que había que recogerlos. Cristian e Idaida -5 y 4 años- los recogieron en el acto, incluso el de la mayor, Saray- 8 años. Ésta siguió jugando como si nada. Pasado un rato, le pregunté si había recogido el envoltorio. Me dijo que sí. Le dije que no le había visto entrar a la caravana a tirarlo en la papelera y me respondió que había ido al tráiler de sus padres a tirarlo. Le pedí que fuese al tráiler y me trajese el papel para enseñarlo. Subió las escaleras y se quedó plantada en la puerta sin entrar, desde donde me dijo que no podía pasar a recogerlo porque su madre acababa de fregar el suelo y no quería pisar. Mientras me decía esto pudimos oír a su madre decirle que pasara. Así que ella pasó; tras un rato, volvió a salir y bajó las escaleras diciendo que no lo encontraba. Yo no le dije nada en ese momento y actué como si su respuesta hubiera sido satisfactoria.
Al acabar el recreo, les informé que había un cambio de planes en el horario del día. Que íbamos a hacer plástica –la materia favorita de todos- y, en concreto, que íbamos a realizar un collage. Les enseñé un montón de revistas, para que recortasen. Hay que decir que en todo el circo no hay revistas, ni libros, ni publicación impresa de ningún tipo; así que las revistas, llenas de fotos y de color, sabía que les iban a llamar mucho la atención. Mientras les explicaba la actividad observaba cómo se le iluminaban los ojos a Saray.
Pero cuando se dispuso a comenzar, le dije que para ella había una actividad especial: se trataba de copiar por las dos caras de un folio la siguiente frase: “Hago caso al profesor y tiro los papeles a la papelera” . Le expliqué que el castigo no era por los papeles, sino por mentirme (cuatro veces seguidas) En la foto podéis ver parte del resultado.



No sé lo que opinaran los de la Waldorf, pero os aseguro que este método funciona.



Dos semanas más tarde tuvimos una conversación muy seria al respecto. Comencé haciéndole un listado de unas cuantas mentiras de las últimas dos semanas. Le expliqué que yo ya no podía confiar en su palabra, hasta que corrigiese. Y que si seguía mintiendo se vería en esta vida rodeada de gente como ella, gente que no es honesta y en la que no se puede confiar, porque las personas honestas le irán dando de lado.
No ha vuelto a tirar ningún papel al suelo. ¿Qué pasará con lo de las mentiras? Ya se verá. Pero lo cierto es que aquí en el circo todo el mundo miente, puede que sea un simple reflejo del mundo exterior. En otra entrada me gustaría abordar esa cuestión porque es algo que no logro llegar a entender y debe haber unas razones que se me escapan.

jueves, 11 de marzo de 2010

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