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Hola, os doy la bienvenida al blog. Mi nombre es Pablo y trabajo en la escuela de un circo como profesor de infantil y primaria. Estoy realizando varios viajes al mismo tiempo: pedagógico, geográfico, literario, artístico y, cómo no, al mundo del circo. Si deseas acompañarme, me darás una gran alegría. Te invito a pasar y a que dejes tus impresiones.



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lunes, 22 de marzo de 2010

Simetría y blasfemia


Últimamente he descuidado mi forma física. Me he propuesto dar largos paseos tonificantes. Lo cierto es que me canso excesivamente pronto para lo que yo he estado acostumbrado a caminar. Espero recuperar la forma en poco tiempo. Me estoy aficionando a entrar en las iglesias para tomarme un respiro. Son sitios ideales para sentarse un rato y descansar. Se puede meditar un rato siempre y cuando haya poca gente y ésta se halle concentrada en sus ruegos y súplicas. Nunca se me ocurriría entrar en iglesia alguna para pedir algo que no fuese comida al cura.
Me siento a unas diez filas del atar mayor. Empiezan a llegar un puñado de abuelitas en discontínuo goteo. Hay un hombre algo maduro y obeso sentado dos bancos delante de mí. Tiene a su lado unos Evangelios. Desentona con el resto de las parroquianas, todas mujeres de avanzada edad. Pero el que más desentona soy yo, por la edad, no por el recogimiento. Las abuelitas me miran de vez en cuando con cierto aire complaciente. Parezco ser el garante de la continuidad de la Santa Madre Iglesia. La verdad es que las altas jerarquías deben estar preocupadas: ¿quién irá a las novenas dentro de diez años cuando estas amables señoras pequeñitas todas ellas y que huelen a Eau de Rochas hayan dejado este mundo?
Respiro profundamente y observo el altar Mayor


Obsérvese la simetría: obsesiva, enfermiza. Sólo rota por el atril a la derecha y el crucifijo a la izquierda. Todos los demás elementos no centrales están repetidos y simétricamente dispuestos. Componiendo imágenes se recurre a la simetría para crear desconcierto, pues se establece una pugna al jerarquizar los focos de atención –p.ej muchas de las puestas en escena de Hichtcock-. Llanamente, se puede decir que en el lenguaje cinematográfico, cuando nos encontramos con una puesta en escena simétrica, el director nos está diciendo: “Atención, aquí hay un mal rollo” Un buen ejemplo con bastantes analogías a lo que estoy viendo lo podemos encontrar en la escena final de 2001 una odisea espacial. Con el suelo de damero incluido.

Ante todo, aquí sentado, lo que yo percibo es dualismo: separación entre creador y creación, pensador y pensamiento, significado y significante; rindiendo culto a éste último por encima del significado. Hay también un lujo obsceno, tanto como el monto de un contrato de un futbolista. Este decorado no moviliza mi psique en absoluto, al menos no en el sentido que buscaban los financiadores de esta obra. Esta puesta en escena construye una descripción cosmogónica de significantes que refieren a otros significantes y se aleja progresivamente más y más del significado. Un ejemplo más de la máxima de Marshall MacLughan “El medio es el mensaje” y de aquí a los Esenios hay años luz. Y no dejo d de fascinarme preguntándome cómo se puede tener fe en una cosa tan monstruosa como la que estoy contemplando. ¿Cómo son esas mentes? ¿Cómo es posible que su espíritu se alivie ante semejante contemplación?. Y lo cierto es que yo me estoy aliviando al contemplarla, pero por motivos muy distintos. Mi alivio es de la misma naturaleza del que se da cuenta que se ha librado de un pesado trilero, carterista o vendedor de crecepelos.


El hombre maduro y algo obeso sentado delante de mí se levanta, se acerca al altar y enciende unos cirios con un encendedor de esos largos, especiales para calentadores de agua. Resulta ser el oficiante. Se dirige a la sacristía y al poco rato sale con su casulla morada –estamos en cuaresma-. Va a comenzar la misa.
Pero a la función no me quedo. Me levanto sigilosamente y me dirijo a la salida. El rechinar del caucho de mis nuevas botas Chirucas en el damero de mármol delatan mi irreverencia ante la reducida audiencia. En mi cogote creo notar la mirada de cuatro abuelitas por lo menos. Mientras abandono el templo el oficiante comienza su representación : “En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo”…Se cierra el portón y no oigo ya más. Ya estoy en la plaza. Llueve. Aspiro una gran bocanada de aire fresco. La agencia de noticas coránicas IRNA, también comienza sus noticiarios con una frase tal que : “En el nombre de Alá, estas son las noticias” y me acuerdo del San Mateo de Caravaggio, en el que se puede ver a una ángel dictándole al evangelista las sagradas escrituras. Tal vez deberíamos exigir una entidad de certificación para los que se autodenominan voceros de Dios. ¿Pero quién certificaría a los certificadores…? Y llego a la conclusión de que la blasfemia es el negocio más lucrativo de la historia. Echo de nuevo a andar por la plaza de la Virgen, dejando atrás el templo de San Diego y enfilo por la calle de la Gloria.
Mañana empieza la primavera en Guadix, cuyo significado etimológico en árabe es: El río de la vida.

El San Marcos de Caravaggio



La secuencia final de 2001, una odisea espacial

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