
Bien hablar y bien escribir (no se me oculta lo relativo del adverbio: no aludo a oradores fluidos ni a escritores, sino a quienes se expresan ejercitando algún control sobre su habla y su escritura) tiende a verse en nuestros días como atributo de clase social. En realidad así es, y así ha parecido siempre, pero con una diferencia importante: la clase que así se expresaba, se reconocía como “superior”; impresionaba e infundía respeto desde que empezaba a hablar, y escandalizaba si no lo hacía de aquel modo. Quienes procedíamos de estratos sociales humildísimos, no cuestionábamos aquel lenguaje: tratábamos de apropiárnoslo. Hoy, no; las clases víctimas de la secular injusticia de la incultura, tienden a convertir ésta en forma de cultura, y a proponerla como instrumento contra la otra, la denominada burguesa.
Fernando Lázaro Carreter El dardo en la palabra

Este es uno de los carteles que presiden nuestra aula.
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