Bienvenida al blog

Hola, os doy la bienvenida al blog. Mi nombre es Pablo y trabajo en la escuela de un circo como profesor de infantil y primaria. Estoy realizando varios viajes al mismo tiempo: pedagógico, geográfico, literario, artístico y, cómo no, al mundo del circo. Si deseas acompañarme, me darás una gran alegría. Te invito a pasar y a que dejes tus impresiones.



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lunes, 22 de marzo de 2010

Pedagogía revolucionaria

El caso es el siguiente:
Tenemos la norma de tirar los papeles de los bocadillos a la papelera y no al suelo. Es nuestro pequeño acto revolucionario dentro de la comunidad circense, puesto que en todo el circo mis alumnos si están dentro del horario escolar y yo somos las únicas personas que no tiramos la basura al suelo: papeles, latas y demás . Según me cuentan, esto ya lo hacían en la anterior escuela. Está visto que ante un cambio de condiciones, los hábitos adquiridos los pierden o los olvidan; pues bien, conseguí que volviesen a adquirir ese hábito, hasta que un día cambiaron las condiciones. Ese día no había bocadillos como almuerzo para el recreo sino unos pastelitos industriales envasados en papel celofán. Me gusta mucho observar a mis alumnos pues se aprende de ellos. En esa ocasión me preguntaba cómo iban a reaccionar ante la norma y las nuevas condiciones que se presentaban ese día, así que previendo lo que iba a ocurrir, no les dije nada y seguí atentamente la situación. Como rápidamente pronostiqué, nadie cumplió ese día y todos los envoltorios de los pastelitos acabaron por el suelo delante de la caravana escuela. Salí y les dije que había que recogerlos. Cristian e Idaida -5 y 4 años- los recogieron en el acto, incluso el de la mayor, Saray- 8 años. Ésta siguió jugando como si nada. Pasado un rato, le pregunté si había recogido el envoltorio. Me dijo que sí. Le dije que no le había visto entrar a la caravana a tirarlo en la papelera y me respondió que había ido al tráiler de sus padres a tirarlo. Le pedí que fuese al tráiler y me trajese el papel para enseñarlo. Subió las escaleras y se quedó plantada en la puerta sin entrar, desde donde me dijo que no podía pasar a recogerlo porque su madre acababa de fregar el suelo y no quería pisar. Mientras me decía esto pudimos oír a su madre decirle que pasara. Así que ella pasó; tras un rato, volvió a salir y bajó las escaleras diciendo que no lo encontraba. Yo no le dije nada en ese momento y actué como si su respuesta hubiera sido satisfactoria.
Al acabar el recreo, les informé que había un cambio de planes en el horario del día. Que íbamos a hacer plástica –la materia favorita de todos- y, en concreto, que íbamos a realizar un collage. Les enseñé un montón de revistas, para que recortasen. Hay que decir que en todo el circo no hay revistas, ni libros, ni publicación impresa de ningún tipo; así que las revistas, llenas de fotos y de color, sabía que les iban a llamar mucho la atención. Mientras les explicaba la actividad observaba cómo se le iluminaban los ojos a Saray.
Pero cuando se dispuso a comenzar, le dije que para ella había una actividad especial: se trataba de copiar por las dos caras de un folio la siguiente frase: “Hago caso al profesor y tiro los papeles a la papelera” . Le expliqué que el castigo no era por los papeles, sino por mentirme (cuatro veces seguidas) En la foto podéis ver parte del resultado.



No sé lo que opinaran los de la Waldorf, pero os aseguro que este método funciona.



Dos semanas más tarde tuvimos una conversación muy seria al respecto. Comencé haciéndole un listado de unas cuantas mentiras de las últimas dos semanas. Le expliqué que yo ya no podía confiar en su palabra, hasta que corrigiese. Y que si seguía mintiendo se vería en esta vida rodeada de gente como ella, gente que no es honesta y en la que no se puede confiar, porque las personas honestas le irán dando de lado.
No ha vuelto a tirar ningún papel al suelo. ¿Qué pasará con lo de las mentiras? Ya se verá. Pero lo cierto es que aquí en el circo todo el mundo miente, puede que sea un simple reflejo del mundo exterior. En otra entrada me gustaría abordar esa cuestión porque es algo que no logro llegar a entender y debe haber unas razones que se me escapan.

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